jueves, 24 de febrero de 2011

ENTREVISTA CON ANTONIO MARÍA FLÓREZ


1.¿Dónde se encuentra el nexo entre Corazón de piedra y el resto de la obra de Antonio María Flórez?

R: Corazón de piedra engarza en intención y estilo con lo sustancial de mi obra poética de los últimos años. De una parte, mi preocupación por el destino del hombre, por su condición impuesta de desarraigo forzado; de otra, una expresa voluntad de experimentar con el lenguaje poético, de incorporar al mismo elementos narrativos y adecuarlo al ritmo interior de mi respiración, de hacerlo más “visual” dando primacía a la imagen, potenciando lo metafórico y emocional.

2.¿ Corazón de piedra no es sólo un conjunto de poemas, es también una historia, ¿qué nos cuenta?

R: Si Desplazados del paraíso daba cuenta de los avatares de una pareja de enamorados obligados a huir de su hogar edénico por causa de la violencia y en su libro hermano tiulado En las fronteras del miedo se nos cuentan las razones del exilio y el temor, en Corazón de piedra se narran las reflexiones de un padre y su hijo, en un paisaje desolador, sobre el desengaño, el fracaso y, en últimas, el sentido de la existencia.

3.Desplazados del paraíso, aparte de una reflexión sobre el fenómeno del desplazamiento, es una parábola sobre el ciclo vital, enmarcada en las primeras etapas de la vida: la infancia y la juventud, especialmente; ¿en qué lugar se sitúa Corazón de piedra?

R: Este libro transita especialmente por ese borde impreciso que marca el final de la existencia del protagonista, es decir, se sitúa al término del ciclo existencial, en un momento crítico de desencanto, de descreimiento, de asunción del fracaso individual y colectivo de un mundo en ruinas, autofágico, pero engarzando con la lejana infancia primigenia representada en ese nuevo ser que es su hijo en el que se atisba una leve luz de esperanza para el futuro incierto del mundo, para la supervivencia de la especie, en unas condiciones mucho mejores que las que han llevado a la ruina a esta humanidad a punto de aniquilarse por el odio y el rencor; si acaso las cosas no cambian, lo que se viene será absolutamente desolador y desconsolante.

4.Antonio María Flórez acusa en su estilo la dualidad de las raíces hispano-colombianas, ¿con qué se queda de ambas influencias?

R: Durante muchos años sufrí las consecuencias de no entender a cabalidad de que yo soy hijo de colombiano y española, criado a caballo entre los dos países, una persona que ha mamado de ambas culturas, y que por tanto soy un híbrido, un ser nuevo que tiene esa doble condición de sujeto multicultural. Cuando más pequeño me pedían, casi me obligaban, que decidiera si era colombiano o español, porque había que ser o lo uno o lo otro, no había situación intermedia posible, no había lugar a una identidad nueva, y eso me generaba unos conflictos terribles, un sufrimiento indecible, porque yo me sentía de ambas tierras y quería seguirlo siendo, y me sentía muy orgulloso de las herencias que me habían legado por esa doble vía. Fue tan crítico aquello que alguna vez me “obligaron” administrativamente a decidirme por una nacionalidad y al hacerlo, renunciar para siempre a la otra, con gran desazón y desconsuelo para mí. Por fortuna aquello se solucionó años después por la vía de los “méritos culturales” y hoy gozo de la doble nacionalidad y me enorgullezco de ser de aquí y de allá a la vez. Mis influencias, mi legado, por tanto bebe profusamente de ambas fuentes: tanto me da García Márquez o Álvaro Mutis, como la Generación del 27 o Cela o Cercas o Zurbarán. Es lógico, por tanto, que diga que no prefiero ni la una ni la otra, me alimento de ambas glotonamente; y así me va...ciudadano del mundo.

5.¿Qué espera de Corazón de piedra?

R. Espero mucho. Corazón de piedra es un libro bastante arriesgado, que no da muchas concesiones, que se sale de las propuestas habituales impuestas en nuestro medio en lo temático y estilístico. La verdad es que un libro de cierta complejidad, ambicioso en lo formal, que exige una lectura atenta y cierto grado de implicación por parte del lector, pero que, no obstante su dureza, su desolada visión del mundo, invita a la reflexión y concita una complicidad generosa y esperanzadora. En todo caso, hay que leerlo en clave universal y ligado a esos dos libros hermanos suyos que son Desplazados del paraíso y En las fronteras del miedo. Ojalá así sea entendido y así sea recibido: con generosidad y como el fruto de ese legado multicultural que en uno existe y es.

6.¿Qué aporta una editorial pequeña como Littera a la literatura?

R: Pienso que las editoriales pequeñas o marginales aportan, fundamentalmente, pluralidad y diversidad, es una vía expedita para que nuevas o divergentes propuestas se puedan mostrar y desarrollar, y para que haya, además, una relación muy cercana entre editor y autor. El problema es que el mercado está dominado por las grandes editoriales y la uniformación de sus propuestas colonizan los medios y condicionan el gusto y las compras de los lectores. La apuesta de editoriales como Littera debe estar fundamentada, en mi opinión, en la calidad, la originalidad y la exquisitez estética de sus publicaciones. Y eso es lo que uno se ha encontrado aquí. Estar acompañado en Littera por autores de calidad contrastada como Rafael Arguyol, Jordi Doce, Luis Antonio de Villena, Basilio Sánchez, Luis Arturo Guichard, por mencionar sólo algunos de los que conforman su ya prestigiado catálogo, es todo un honor que se acompaña de la certeza de que tu obra ha sido cuidadosamente tratada y editada. De todas maneras, uno entiende que al ser pequeñas tienen algunas limitaciones como el problema que hay con la visibilización y la distribución de los libros. Claro, siempre queda la Red y otras vías para tratar de paliar esta dificultad.

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